Entre 1920 y 1950 inmigraron a México alrededor de 2,000 a 3,500 judíos nacidos en Hungría. Esta cifra la estimé a partir de diferentes fuentes, que coinciden en señalar que, entre los inmigrantes húngaros, el grupo más numeroso correspondió a judíos, y que parte de quienes se declararon católicos al ingresar a México eran también judíos.

Hace unos años inicié, junto con Frida Starpolsky-Schwartz †, una investigación cualitativa con inmigrantes e hijos de los inmigrantes judeo-húngaros que arribaron a México entre 1925 y 1950. Esa investigación aún se encuentra en proceso, y una de sus interrogantes era los motivos para elegir México como destino. Se debió principalmente a la restricción de cuotas de ingreso a Estados Unidos y la cercanía de México con ese país. La mayor parte llegó entre 1925 y 1939, y unos pocos arribaron en el segundo lustro de la década de 1950 como sobrevivientes de Auschwitz-Birkenau, debido a que contaban con parientes en México. Entre los motivos para salir de Hungría destacan el empobrecimiento social derivado de la Primera Guerra Mundial y el surgimiento de antisemitismo y medidas restrictivas contra la población judía. El empobrecimiento y la pérdida de territorio fueron incentivos compartidos con los húngaros no judíos que emigraron.

Sobre las razones de los entrevistados para permanecer en México, mencionaron la solidaridad de los mexicanos, las facilidades para insertarse en el comercio y encontrar trabajo en oficios y profesiones, la no discriminación y el clima, especialmente en la ciudad capital. Inicialmente predominó la extrañeza y la nostalgia. Algunos expresaron que ellos o sus padres arribaron sin recursos y vivieron por varios años en situaciones de pobreza, trabajo intenso y ahorro extremo. Vivían en vecindades en el centro de la ciudad o compartían vivienda con varias familias y personas, y ahorraban centavo tras centavo. Se caracterizaban por ser muy sociables y se apoyaban con otros húngaros, judíos y no judíos, con quienes formaron una agrupación benéfica que luego se denominó Club Húngaro. Católicos y judíos formaban parte de una cultura húngara y solamente diferían en su adscripción religiosa. Al cabo de unos años aprendieron el idioma, se sentían integrados, fueron accediendo a las clases medias y se consideraron mexicanos. Aunque algunos tienen parientes que se fueron a Estados Unidos, también encontramos casos de quienes vivieron allá y prefirieron residir en México.

Durante la Segunda Guerra Mundial se formó el Movimiento Hungría Libre que agrupó a los húngaros de izquierda, en su mayor proporción de origen judío. Entre 1938 y 1942 los judíos húngaros formaron su propia agrupación, la EMUNA, que se extendió por un par de décadas. A raíz de estas divisiones, el Club Húngaro que compartían con no judíos se fue extinguiendo. En los años posteriores, los judíos y sus descendientes se integraron más a las agrupaciones de los judíos procedentes de otros países, como el Club Deportivo Israelita, aunque mantienen su acceso a la Embajada húngara en las celebraciones de fiestas nacionales de ese país.

Staropolsky-Swartz, Frida (2016), “Inmigrantes judíos húngaros en México: dilemas identitarios”, Cuadernos judaicos 33, Santiago de Chile.

Szénte-Varga, Mónika (2006), “Memorias informales de los inmigrantes húngaros en México. Entrevistas y cartas electrónicas”, Ibero-Americana Pragensia-Suplementum 17, pp. 167-174.

Szénte-Varga, Mónika (2007). Migración húngara a México entre 1901 y 1950, tesis de doctorado, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Universidad de Széged.

Szénte-Varga, Mónika (2017), El baúl de las nomeolvides. Relaciones húngaro-mexicanas. Budapest, Dialóg Campus.