La migración interna consiste en el cambio de residencia habitual al interior de un país, y que dicho movimiento implica vivir en un nuevo lugar o ciudad. Los migrantes internos son un grupo de población que se caracteriza por su selectividad en ciertos atributos sociodemográficos, siendo el más representativo la edad. El movimiento migratorio está asociado a transiciones en el curso de vida de las personas, así como a elementos estructurales de corte social y económico en los lugares de origen y de destino, y a situaciones coyunturales relacionadas con conflictos políticos, militares, de violencia, inseguridad o por algún fenómeno natural perturbador. La migración interna es la responsable de la redistribución de la población en el territorio.

La migración interna en México en los últimos años se ha caracterizado por los siguientes elementos: i) disminución en el volumen, intensidad y en su efecto en la redistribución territorial de la población; ii) cambio desde una migración predominantemente rural-urbana a otra mayoritariamente urbana-urbana; iii) transformación de la Ciudad de México como lugar de mayor inmigración neta al de mayor emigración neta; iv) emergencia de nuevas ciudades como las de mayor volumen e intensidad de la inmigración neta, y v) modificaciones en los atributos sociodemográficos de la población migrante hacia una movilidad de capital humano.

Con base en los microdatos de los censos de población y vivienda, la migración reciente intermunicipal en México aumentó de 3.8 a 4.4 millones de personas entre 2000 y 2020, mientras que la intensidad retrocedió de 89 personas por cada 10,000 habitantes al año en 2000 a 76 personas en 2020. Tanto en 2000 como en 2020, las entidades federativas con inmigración neta sumaron 18 y 14 las de emigración neta. Las entidades federativas de destino en 2020 comprendían a la Frontera Norte y la región centro del país, circundando a la Ciudad de México, mientras que las de expulsión estaban principalmente en las regiones Norte y Sur-Sureste.

El número de inmigrantes en las ciudades de México está estrechamente relacionado con su tamaño de población, aproximadamente 20 inmigrantes por cada mil habitantes de cinco años y más. Ciudad de México, Monterrey, Tijuana, Querétaro, Guadalajara y Puebla fueron las de mayor volumen en 2020. Por otro lado, las ciudades con mayor saldo migratorio fueron Monterrey, Querétaro, Tijuana, Mérida, Juárez, Cancún, Aguascalientes y Guadalajara. Su atracción neta se explica por el dinamismo de su mercado metropolitano de trabajo, su posición geográfica y la calidad de vida que ofrecen. Son las ciudades más competitivas del país. La persona migrante promedio es distinta según la ciudad de destino. Por ejemplo, a Playa del Carmen arribaron principalmente hombres jóvenes, con menos de 10 años de estudios, y su inserción al mercado de trabajo significó un ingreso menor al de la población residente. Por el contrario, a la Ciudad de México el destino fue predominantemente de mujeres, con más de 10 años de estudios, y su ingreso en el mercado de trabajo fue 25% mayor con respecto a la población residente.

Zavala de Sobrino, Jaime (2018), “Conociendo (un poco más) la migración interna en México”, Otros Diálogos, núm. 4.

Sobrino, Jaime (2020), “Migración interestatal e intramunicipal en México”, en Silvia Giorguli y Jaime Sobrino (eds.), Dinámica demográfica de México en el siglo XXI, Ciudad de México, El Colegio de México, pp. 47-84.

Sobrino, Jaime (2021), “Migración interna y urbanización en México”, en Consejo Nacional de Población, La Situación demográfica de México 2021, Ciudad de México, pp. 105-124.

Sobrino, Jaime (2022), Migración interna y desarrollo en México, Ciudad de México, El Colegio de México.